miércoles, 3 de septiembre de 2014

Berlín-Barcelona-Pamplona


01.09 Empezamos bien. Retraso indefinido en el vuelo, por el tiempo. No parece que haga tan mal tiempo como para que no vuele ningún avión, debe de ser la niebla. Dudé entre coger el tren Barcelona-Pamplona o alquilar un coche (nunca lo hago) por comodidad. Era más caro, pero me ha salido bien la jugada, probablemente habría perdido el tren. Por cierto, no cojáis Europcar. Es carísimo. La cola de Avis estaba llena. Ahí lo dejo.

 Al final, después de 4 horas de retraso, llegué a Barcelona, donde ya estaba mi madre, que también había esperado lo suyo, tipo Tom Hanks. Para mí, al final fueron hasta divertidos la espera y el viaje. Después, Megane (no estaba el tal Fiat 500) y para Pamplona, que lo suyo nos costó. En el camino, un sitio divertido en un pueblo perdido, panadería, ultramarinos, cancha de baloncesto (en el patio interior), un melocotón buenísimo y una chica amabilísima que nos invitaba a pasar a donde se hacía el pan. 

Sobre las 22:30 llegamos a Pamplona y nos dimos un paseo por mis queridos Plaza del Castillo, Estafeta, Telefónica, San Cernin (guiño para Jaime), ¿os suenan? Anda que no había otro nombre, San Cernin, San Fermín, un intento. Y muchos recuerdos. Cenamos "un pintxito" y al Hotel a dormir. Mi madre, con su habitual ironía, haciendo migas con el recepcionista, Jaroslav. 

Hoy, al levantarme, preciosas vistas del casco antiguo desde la ventana, pero lo que más impresiona son esas montañas del fondo. Glups. ¡A por ellas! Es 2 de septiembre, es mi cumpleaños. 35.


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